EL COVID-19 DEJÓ AL DESCUBIERTO COSAS MUY COMPLICADAS / Por Dr. Guillermo Chiribao

¿Quiénes deberán ser los protagonistas principales y quiénes los de reparto? ¿Quién protege a los que nos intentan proteger?

Seguramente a todos nos está costando mucho pensar de forma serena y clara en estos días. Las cuarentenas por orden médica o las voluntarias han desatado cuestiones bastante embromadas. Tanto en los medios tradicionales de comunicación como en las redes sociales, con la misma velocidad de propagación de la pandemia, se ha desatado un clima de violencia preocupante.

A uno que por vocación y profesión los conflictos no le son ajenos, no debería llamarle la atención la existencia de los mismos.

No todo el mundo comprende el sentido profundo del concepto conflicto a pesar de que seguramente todos, en mayor o menor medida, los padecen a diario.

Es normal que la gente diga, «no me gustan los problemas» y si noto algo complicado «me aparto porque no quiero meterme en líos», aunque, claro está, la vida siempre es conflicto y lucha para la mayoría de los mortales en forma independiente a su edad o condición social.

Por tanto nada de lo que pasa podría asustarnos, llegado el caso.

Pero, ocurre que estos conflictos que vemos a diario en los medios y redes, parecería que responden a otras cuestiones ya más complicadas.

Seguramente un psiquiatra o quizá un analista psicológico, puedan explicarnos con claridad el asunto. Pero da la impresión de que este tema de la pandemia nos agarró desarmados y nos aterrorizó.

En Tacuarembó siempre bromeaban que, si por ahí, se terminaba el mundo (hecho anunciado muchas veces incluso con fechas ciertas), la gente se iría para «Paso del Borracho», lo que hoy es Villa Ansina.

Una buena forma de disparar de la realidad y mantenerse a salvo.

Pero ocurre que hoy internet nos acorrala y nos encuentra incluso en Paso del Borracho en forma rápida, al igual que el Covid-19.

Lo que pasó en China a fines de diciembre llegó puntualmente acá junto con una señora de nombre Carmela y con varios más.

Entonces, a todos nos dio un miedo casi que paralizador, porque ninguno conocía a doña Carmela, pero muchos seguramente conocíamos a algún bailarín del casamiento, al mozo, o a los empleados, o amigos de ellos, etc.

Y nos perseguimos. Nos volvimos paranoicos con o sin razones o fundamentos valederos.

Muchos, al ver como más o menos venía la mano, nos quedamos quietitos como gurí «ensuciado».

Pero otros, ¡ahhhhhh! otros salieron a demostrar su valentía y atemorizada guapeza. Al grito de ¡»esa gripecita» a mí no me jode!, porque estudié con Rocky, Tarzán y la Mujer Maravilla y además soy uruguayo de Obdulio, salieron a desafiar al vecino, e incluso a reírse, del o de la que, legítimamente, tenía miedo.

Se leyeron hasta convocatorias a mateadas en plazas y de hecho se vieron mateando o chupando cerveza del pico en parques y plazas de todo el país.

Algunos comenzaron a desarrollar las clásicas teorías conspiranoicas y con paternal «sabiduría», nos invitaban a resistir al gran poder económico mundial y a los poderosos.

Entonces, decretada que fue la emergencia sanitaria, que mejor que desafiar a la autoridad. Y llegado a ese punto la cosa se ha complicado, y bastante, a mi modesto entender.

Se identificó autoridad sanitaria con Gobierno de un partido o coalición. Pero peor aún, se identificó autoridad sanitaria con ideologías políticas e incluso filosóficas.

Y bien, la cuestión explotó de la peor manera.

Un Senador cuyo desafuero fue pedido incluso antes de que asumiera como tal, larga el primer misil, «NO A LOS AUMENTOS DE TARIFAS».

Y a partir de ahí, salen un Ministro a «pegarle» al anterior Presidente de la República, otro Ministro a pegarle a un sub secretario por declaraciones de hace 2 meses, un sindicalista a tildar de hijo de puta al Presidente, un ex intendente que no puede salir de su casa por la cuarentena, pidiéndole al sindicalista que venga a domicilio a pelear, otros políticos de segunda o tercera línea, dándole duro a la Ministra de Economía o al del MSP o al que sea del gobierno («oligarca p..») y un sinfín de síntomas que indican, claramente, que además del Covid-19 apareció un letal virus pisco-político letal.

Pero hay más: ¿quiénes son los internautas para quedar afuera de la historia? Claro, hay que ser protagonistas, demostrar el compromiso con la sociedad en tan duro momento y salir a apoyar a tales figuras.

Rápidamente el virus pisco-político se apoderó del 100% del cuerpo de las redes sociales. Y se anda utilizando munición letal. Hay que matar a todo el que se mueva, que parezca que es «del otro bando» pero aunque no lo parezca igual, porque no se define del nuestro.

Terrible realidad que genera violencia.

Peor esa violencia sumada a la que ya veníamos soportando, en estos momentos, es peor que el Covid-19.

¿Por qué? Y bueno, porque seguramente se va a volcar en pocos días en quienes serán los principales soldados en la lucha por nuestra sobrevivencia y la de nuestros seres más vulnerables y queridos: EL PERSONAL DE LA SALUD.

Todos seguramente hemos tenido problemas más o menos graves con los prestadores de servicios de salud, desde una demora insignificante de la emergencia para un caso insignificante, a una operación en que existió mala praxis, y provocó un daño grave, e incluso una muerte, pasando por las demoras en atenciones de especialistas e incluso malos tratos intra hospitalarios, etc., etc.

O sea, seguramente todos nos calentamos bastante con la gente de la salud.

Pero ocurre que ante una situación como esta sí o sí, debemos dejar de lado todo eso y decirles: gente a la cancha, Uds. son los protagonistas ineludibles del momento.

¿Y qué debemos hacer? Darles la mayor confianza a la autoridad sanitaria y acatar sus directrices fundamentales.

Pero más aún, debemos apoyar a los médicos, personal de enfermería, auxiliares, acompañantes, choferes, etc., que ya están saliendo a jugársela todos los días y enfrentar ese desgraciado «bicho».

Entonces, es momento de preguntarnos, serenamente, cómo se hace para brindarles ese apoyo, y qué requieren ellos, además de la confianza y el respaldo.

Sinceramente creo que ahí estamos en el problema más grave de todos.

Por charlas con amigos médicos que hoy están o estuvieron ya, en cuarentena preventiva por padecer síntomas, y otros, que están comandando operativos departamentales o en las emergencias médicas, parecería que hay carencias importantes.

Y preocupantes.

No ha llegado aún el frío, no hay saturación de emergencias, hay camas y camas de CTI apropiadas disponibles. Pero todo indica que la cosa se agravará cuando la temperatura baje aproximadamente 10 grados.

Todos son conscientes de que ahí empieza el partido clásico. El Peñarol-Nacional de la medicina nacional del último siglo.

Y ellos saben que no solo deben mostrar conocimientos científicos, sino que la cuestión psicológica y el temple serán fundamentales. El cansancio, el stress, la depresión, la angustia y la desesperación parece que van a ser sus terribles compañeros de tareas. Ojalá que no, pero no podemos desconocer las experiencias mundiales.

Es más, redes sociales mediante, muchos de nuestros profesionales están en contactos con colegas de Europa, por ejemplo. Y muchos de ellos han oído los llantos de impotencia de sus colegas. Y saben que por acá, con menos medios, la cosa será jodida.

Muy jodida.

Entonces uno, en forma inocente, les pregunta: «Che ¿tu patrón te está ofreciendo a ti y a tus compañeros algún tipo de contención psicolaboral, algún respaldo serio comprometido con el que se pueda contar? ¿Se han dado charlas sobre el tema del trabajo a máxima presión psicológica?

La mayoría de las respuestas, salvo el de una profesional de Montevideo de una mutualista, ha sido: NO, NADA.

Pero peor aún, todos sabemos que el grado de violencia de la sociedad ha llevado a que muchas unidades de emergencia en los últimos tiempos no haya logrado entrar en forma pacífica a algunos barrios o que algunos familiares angustiados, desesperados e impotentes de personas que han fallecido en actos violentos han atacado personal médico en hospitales y destrozado instrumentales costosos, etc., etc.

Entonces si nos ponemos a pensar que ya de varios inviernos a esta parte muchas ambulancias han quedado horas en la vuelta de los centros con pacientes dentro por la saturación de las emergencias hospitalarias, seguramente deberíamos tener en cuenta que en una situación como la que se anuncia la cosa será mucho más embromada.

No es nada descabellado pensar que aquél grado de violencia iniciado por irresponsables políticos, y actores sociales y públicos, y rápidamente irradiado a las redes, se volverá directamente en contra de ese personal de la salud que tendrá la embromadísima tarea de cuidarnos.

Y ahí la otra pregunta al amigo médico: «Che ¿a ustedes les han proporcionado un respaldo jurídico legal para enfrentar el tema? ¿A Uds. se les ha proporcionado abogados de respaldo? ¿Han coordinado acciones con la Policía, Fiscalía y Jueces, ante la eventualidad de tener que tomar acciones judiciales? ¿Conocen el marco legal del estado de emergencia sanitaria, los derechos y obligaciones legales de los usuarios, pacientes y prestadores de servicios de salud?

Idéntica respuesta que la anterior: NO, NADA.

Al menos en mi caso el miedo se ha multiplicado. Porque en voz baja me dicen: ESTAMOS REGALADOS.

Y si ellos están regalados, los que deben cuidarnos y protegernos, ¿nosotros qué?

Y no entremos en el asunto de material médico específico tales como las mascarillas Nº94 o 95 o cosa por el estilo, porque no es un tema sencillo, pero parecería que de eso también poco y nada hay por ahí, según dicen.

Y no bien amaga bajar la temperatura, han muerto 4, hasta ahora.

¿Hay tiempo para que los soldados de la salud puedan arroparse y tener la seguridad de que la sociedad, de verdad, los va a cuidar de la mejor manera? Y sí, claro que hay.

Pero para eso, lo fundamental es que los principales actores políticos se dejen de «joder» y se dediquen a lo importante.

Y lo importante es que deben darse cuenta de que no les pasará nada grave si dejan de sentirse protagonistas y transfieren ese protagonismo a los que si deben tenerlo, EL PERSONAL TODO DE LA SALUD.

Y si no lo hacen, lamentablemente, si les pasará algo muy grave.

Peor aún, nos pasará a todos algo muy grave.

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