HOMENAJE A LOS INVISIBLES / Por Sheila Tarde

“El trabajo es el amor hecho visible” Khalil Gibrán

Bertolt Brecht se pregunta:

“¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida, ¿quién la volvió a levantar otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales Roma la grande. Sus césares ¿sobre quienes triunfaron?
Bizancio tantas veces cantada, para sus habitantes ¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria Atlántida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿El sólo?
César venció a los galos. ¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida. ¿Nadie lloró más que él?
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años. ¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines?”

La historia nos cuenta los nombres de reyes, guerreros y demás personajes, pero nada nos dice de quienes realmente la construyeron, los que dieron su vida no figuran en los anales históricos. A ellos, a los invisibles, es que dedicamos hoy nuestro humilde homenaje.

Esos, que día a día posibilitan que el mundo ande, los que construyen, los que curan , los que enseñan, son tantos que ya ni los vemos, los invisibilizamos, deberíamos agradecerle, con  una sonrisa, con gestos sencillos que demuestren nuestro reconocimiento a su labor. A ustedes que ponen amor en la tarea que realizan, que brindan su vida en cada acto, a ustedes GRACIAS:

A los que se levantan temprano para amasar el pan que llega a nuestra mesa, que en verano sufren junto al horno y que en las fiestas ven incrementado su trabajo para que nosotros disfrutemos en nuestro hogar.

A los que rompen sus manos con los materiales que construyen nuestras casas, que con heladas tempraneras apalean la mezcla y cuidan todos los detalles para que nuestro hogar nos proteja de las inclemencias.

A las que cuidan con amor nuestro mayor tesoro, nuestros hijos, cumpliendo la función más importante en nuestro hogar, cambiando pañales, limpiando narices, jugando.

A los que construyen historias, artistas que a través de su arte, bailando, escribiendo, cantando, nos brindan su mundo interior, su intimidad. Muchas veces no son reconocidos en su labor, pero ellos fomentan nuestra capacidad de soñar…

A los que curan, cuidando que nuestras dolencias físicas sanen, disminuyendo el dolor y recordando que muchas veces esa enfermedad es producto de una afección espiritual, de un dolor interior que requiere de una atención afectuosa.

A los que enseñan, que creen en la capacidad humana de mejorarse, que sueñan con la libertad que brinda el conocimiento. Que respetando el tiempo de cada uno, saben brindar herramientas para construirse como seres humanos.

A las que realizan todas las tareas hogareñas sin recibir salario, las que nunca descansan, las pluriempleadas, a las que se les dice que no trabajan.

A los que todos los días levantan nuestra basura y asean nuestras calles, ellos con su esfuerzo contribuyen a preservar nuestra salud y embellecer nuestra ciudad.

A los que nos defienden, que estarían dispuestos a dar su vida para preservar la nuestra. Que velan por nuestro sueño, que nos permiten disfrutar en tranquilidad, que con su labor permiten vivir en armonía.

A los que trabajan materiales como el hierro, la madera, la piedra, y tantos otros, ustedes son artífices de todos nuestros enseres cotidianos que nos facilitan nuestras tareas hogareñas.

A los que trabajan la tierra, abnegados luchadores que enfrentan las inclemencias para darnos el alimento. Que pese a las pérdidas se vuelven a levantar para, con la madre naturaleza, reiniciar el ciclo de la vida.

A los obreros fabriles, que deben resignar partes de su ser creativo para alimentar la producción, que no se puede detener.

A los que crean, que no se conforman con lo ya establecido, que desafían los cuestionamientos y construyen lo imposible.

A todos los que brindan lo mejor de sí para que su labor sea un canto a la vida, un acto de amor, un acto de entrega hacia sus semejantes.

“¿Y qué es trabajar con amor?

Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, como si vuestro bienamado debiera vestirla.

Es construir una casa con afecto, como si vuestro bienamado debiera habitarla.

Es sembrar la semilla con ternura y cosechar el grano con alegría, como si vuestro bienamado debiera comerlo.

Es poner en todo lo que hagáis, un soplo de vuestra alma…” K. Gibrán

Porque trabajar es amar la vida, es creer que nuestra labor puede ser útil y contribuye en la vida de nuestros semejantes. Es a través del trabajo que desarrollamos nuestras facultades, creciendo como personas y contribuyendo a nuestra sociedad. Al hacerlo con alegría y dedicación honramos nuestra tarea y educamos a las generaciones futuras, a través del ejemplo.

A ustedes trabajadores: ¡Gracias!

2 Comments

  1. Agradezco poder haber leído esto, más sabiendo de quien viene y las fuertes cinvicciones qué tiene, las cuales comparto.
    Gracias

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