IZQUIERDA, CENTRO Y DERECHA / Por Esteban Valenti

Hay algunos tenaces que todavía se animan a discutir que no existen esas posiciones y que en realidad son un resabio del pasado. El mayor desmentido a esas afirmaciones básicas y primitivas, surgen de los ciudadanos, en la mayoría absoluta de las encuestas de opinión se incluye una pregunta sobre la auto identificación ideológica y todos contestan. Incluso con matices del 1 al 10 para ser más precisos.

Otra afirmación terminante es que el país está dividido en tercios, casi inmóviles. Tampoco es cierto. El electorado, los ciudadanos se mueven, cambian de opinión, unos sectores crecen y por lo tanto otros disminuyen. En las elecciones y en todo el lustro entre ellas.

Durante los dos primeros gobiernos del Frente Amplio hubo un lento pero firme crecimiento de la izquierda, que llegó casi al 40%, mientras que la derecha rondaba el 25%. Si se analiza el proceso previo a la caída de la dictadura, también se produjeron cambios constantes con una izquierda que no llegaba al 20% y que creció de manera constante.

Durante el último gobierno del Frente Amplio y en estos dos años de gobierno multicolor la tendencia se invirtió y creció la derecha y el centro, aunque en el Uruguay se da la particularidad, desde hace muchos años que ningún partido quiere definirse como de derecha.

No se trata solo de porcentajes, sino de posiciones en torno a diferentes problemas por parte de los ciudadanos. No hay dudas que en relación a la inseguridad crecieron sostenidamente, incluso durante gobiernos del FA las posiciones de derecha e incluso de extrema derecha.

No es un proceso uruguayo, sucede en muchas partes del mundo, el aumento de la delincuencia hace crecer definiciones de «mano dura» y de un desplazamiento hacia la derecha. La derecha no ha dado muestras de encontrar soluciones verdaderas a los problemas de la inseguridad, y lo está demostrando incluso durante este gobierno y con la LUC y todos sus artículos vigentes.

Pero no solo en relación a la inseguridad, a las leyes penales, al tratamiento de los presos, sino que hay otros planos en que crece el sentimiento básico de la derecha, por ejemplo en relación al papel del Estado. De manera confusa y a veces contradictoria la prédica «liberal» a favor del repliegue del Estado funciona, hasta tanto una crisis, sanitaria o bancaria, en especial en Uruguay con sus décadas de crisis de las carteras pesadas, nos refresca la ideología dominante del batllismo.

Otro aspecto es la relación ante los sectores sociales, incluso hacia los jóvenes y las mujeres donde emergen posiciones conservadoras, que tuvieron un cierto resurgimiento en los dos últimos años.

Pero el eje del último impulso de la derecha ideológica, además de un ataque constante en las redes contra la izquierda política, social y cultural es construir la ideología del éxito individual, de la supuesta libertad del merado por encima de todo y de todos. Incluso la ofensiva ideológica en la prensa, en los discursos y los relatos ya ha sido bautizada como la batalla cultural contra la izquierda.

Desde que asumieron el gobierno el 1° de marzo del 2020, incluyendo la lucha contra la pandemia tuvo diversas componentes, entre las cuales el debate de ideas y la participación de diversos autores de la derecha, desde la gente que opina y construye ideas y con los que vale la pena discutir por un lado y también los fanáticos que solo conocen el insulto y el odio.

La batalla ideológica sin duda se intensificó en todo el proceso del referéndum, no tanto durante la recolección de firmas, porque el oficialismo creyó que con el silencio e ignorando la iniciativa, lograría su objetivo: que no se alcanzaran las casi 800 mil firmas, pero a partir de la convocatoria para el 27 de marzo del referéndum sobre 35 artículos de la LUC el debate fue creciendo de tono.

Como parte fundamental de la campaña y de los debates y de la militancia popular y ciudadana, se ha de considerar el surgimiento del debate ideológico que la izquierda tenía bastante herrumbrado. Un debate puerta a puerta, feria a feria, muro a muro y en las redes.

Nos atrevimos no solo a encarar la discusión institucional y legal, sino también los diferentes ángulos ideológicos y es en ese plano donde se produjeron los cambios más significativos, y sin los cuales no se podría haber captado la cantidad de votos de los indecisos que conquistó el SI.

Ese tipo de disputas ideales y culturales genera la necesidad de mayor estudio, análisis y profundidad en el manejo de los temas, con una visión global y necesariamente estratégica lo que enriquece la política, en un mundo donde los cambios son tan profundos y requieren una mirada mucho más completa y valiosa.

Debemos asumir que uno de los efectos de las elecciones del 2019, fue un repliegue ideológico de la izquierda y los espacios que se dejan vacíos son ocupados por la derecha y el centro derecha.

Del lado del gobierno, de la coalición multicolor hay un visible desplazamiento hacia la derecha con un empobrecimiento de sectores políticos de orientación centrista, deglutidos por el peso agobiante de la derecha lacallista que en el Partido Nacional ya encuentra renovadas resistencias, en el Partido Colorado y en Cabildo Abierto.

No se trata de ninguna conspiración, es lo natural, sin ese debate ideológico la política se reduce a la disputa por el poder. Y el país necesita miradas desde todas las posturas, pero que tengan la profundidad de exponer ante los ciudadanos las bases de sus programas, de sus proyectos.

Es cierto que las redes han introducido síntesis muy picantes o agresivas, donde el ingenio juega su papel, pero también permite una circulación de artículos, materiales, discursos más amplios y que contribuyan a enriquecer el nivel cultural nada menos que en la política, una de las actividades humanas más complejas y profundas, desde que existe.

Cualquier visión de futuro para la izquierda debe elevar su nivel de elaboración de investigación y de creatividad, pues no se trata solo de repetir pensamientos y doctrinas, el cambio a nivel mundial y nacional. La política no puede referir los temas teóricos solo a la academia, sino que el espíritu crítico debe integrarse naturalmente a la propia actividad política.

Temas como los cambios en el mundo de trabajo, su relación con la estructura social, las formas de organización y de comunicación política, la explosiva importancia del cambio climático, la relación cada día más estrecha entre trabajo, producción, educación y los valores democráticos, requieren estudio y producción cultural renovada.

Que las encuestas confirmen la existencia en el cuerpo social no quiere decir que su existencia, su vigencia sea con la misma calidad y profundidad y que eso se logre con adoctrinamiento, una de las llaves del proceso es su relación estrecha con la vida, con los sueños, las aspiraciones, los dolores y las firmezas. Y en todos los casos se construyen y se alimentan con un profundo sentido de humanidad, de fraternidad.

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Esteban Valenti – Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista de Wall Street Internacional Magazine (www.wsimag.com/es), de Other News (www.other-news.info/noticias). Integrante desde 2005 de La Tertulia de los jueves, En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Uruguay

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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