TECNOLOGÍAS, VERDADES, MENTIRAS Y PROGRESO

Por Esteban Valenti.

La construcción de “verdades” ha cambiado profundamente con el uso de las nuevas tecnologías y se ha transformado en un desafío para todas las actividades humanas, incluyendo por ejemplo la atención psicológica que ahora se ofrece a través de Inteligencia Artificial.

No hay una mirada neutral, técnica o imparcial sobre estos temas, depende del punto de partida. Si el objetivo es que el bien del ser humano, su moral en el mejor y más profundo sentido de la palabra es el objetivo, los resultados serán unos, si por otro lado, las normas, los alcances, los límites solo se basan en el potencial tecnológico, el cambio y los resultados es abismal.

No hablamos solo de la política, sino de algo mucho más amplio y complejo, pero que naturalmente tiene directa relación con las relaciones de poder entre los seres humanos.

Antes de la existencia de las nuevas tecnologías, el manejo de los medios de comunicación y del discurso de los diferentes actores, ya incluía una disputa muy importante por la «verdad» y en especial porque la realidad coincidiera con una determinada interpretación.

Ahora mismo, en el mundo occidental la guerra entre Ucrania y Rusia ha construido su relato parcial, y aunque se repudie la invasión militar a Ucrania, todos tendríamos que conocer la realidad de ambos lados del frente. No sucede, la avalancha de interpretaciones y denuncias, funcionan de manera unidireccional y para ello existe un poderoso andamiaje de comunicación, internacional y dentro de los países.

Aún más evidente es en el caso de la situación en Palestina e Israel. Mientras se sigue negando toda investigación independiente el ataque terrorista del 7 de octubre de parte de Hamas a Israel, la constante denuncia de que la invasión a Gaza y el genocidio contra el pueblo palestino en ese campo de concentración que tiene una población de más de dos millones de seres humanos debe minimizarse o ignorarse por el ataque de Hamas, es incesante.

Ahora se agregó que cualquier denuncia del asesinato de más de 30 mil palestinos en Gaza y Cisjordania, es antisemitismo. Lo vemos en forma constante.

La batalla en las redes es monumental sobre este tema, pero a ello hay que agregar que las manifestaciones de cuerpo presente con cientos de miles de personas contra el genocidio en Gaza se han desarrollado en todo el mundo y han cuestionado la «verdad» de los grandes medios de comunicación y el lobby superpoderosos.

La solución de ninguna manera podría ser una censura previa. ¿En manos de quién, contra quién?

Otro territorio donde se facilita mucho la difusión de noticias falsas y por lo tanto se libra una importante batalla son las redes sociales. Se puede discutir si realmente existió una pandemia, si la Tierra es plana y si hay un cambio climático producido por la acción de los seres humanos. No se trata solo de un choque intelectual, las consecuencias de la fabricación de deformaciones y mentiras incide sobre los comportamientos, sobre la marcha del planeta, de las epidemias y enfermedades, sobre la suerte de las sociedades.

El uso y abuso en las disputas políticas y en particular electorales se ha ido refinando y embruteciendo a la vez, hasta lograr fabricar mentiras completas y transformarlas en una base importante del mensaje político. ¿Es una opción que el choque sea cada día más entre mentiras mejor elaboradas y difundidas de los contrincantes y adversarios políticos?

¿A dónde podríamos llegar por ese camino en la vida democrática y republicana?

Hay un nuevo nivel que se suma a los anteriores en la elaboración de falsedades de todo tipo la llamada «inteligencia artificial». Recién empezamos para sacar conclusiones sólidas, pero ya hemos visto cómo se pueden elaborar discursos, declaraciones de personajes muertos hace muchos años sobre los más diversos temas y en particular sobre falsedades en la política, en la disputa por el poder.

Los datos para la acción de la I.A son suministrados por seres humanos y la alimentación de los antecedentes son todos derivados de la actividad humana a todos los niveles, social, económica, cultural, política, militar, artística y todo lo que se pueda imaginar.

No son las noticias «marginales» sobre los pobres o los países pobres, es la verdad tal y como ha sido construida y difundida por los grandes medios tradicionales.

«En cualquier caso, aunque no hayamos visto hasta qué punto la IA puede forjar nuevas verdades y realidades, ya sabemos que será muy difícil establecer la diferencia entre «real» e «irreal» con todas las consecuencias para las personas sin recursos para comprobarlo. ¿Puede la respuesta a «cuánto es 2+2» ser realmente 22, así como 4, «dependiendo de tu perspectiva»?» Francine S. R. Mestrum

La explosión de falsas verdades y fakes news tiene consecuencias muy graves para las democracias, y apuntala a numerosas dictaduras. Es posible que a muchas personas no les importe si lo que oyen o ven es real o es falso. Pero nos debería preocupar cuando en recientes estudios de opinión pública en los Estados Unidos se estableció que uno de cada cinco jóvenes norteamericanos piensa que el Holocausto en un mito.

En esta disputa por la verdad- realidad, para que las tecnologías estén mayoritariamente al servicio de los seres humanos y del progreso de las sociedades y para ello deben existir tanto la diversidad como la universalidad, es decir una visión que nos una al mundo global.

Para que haya un mínimo de cohesión, es necesario que haya un mínimo de creencias comunes, mientras que en estas últimas décadas se ha centrado la atención en la diversidad. Aunque toda la atención prestada al pensamiento no occidental y poscolonial ha sido tremendamente importante para reconocer los derechos de las personas y su derecho a ser diferentes, es un hecho que los valores con los que viven las sociedades y las comunidades son muy similares, si no directamente los mismos. Solo que se concretan de formas diferentes.

El colonialismo ha destruido muchos sistemas de conocimiento y ciertamente no había necesidad de ello, ya que todas las sociedades buscan de una u otra forma lograr una convivencia pacífica.

Nunca podemos olvidar que en definitiva aún la más sofisticada de las tecnologías ha sido creada y es alimentada por los seres humanos y que la batalla histórica e interminable por la verdad en su eterno cambio y por la realidad, sigue siendo un elemento fundamental del progreso de las sociedades.

La verdad nunca puede ser un hecho lingüístico, aunque obviamente se exprese en el plano del lenguaje, la realidad, los hechos están más allá del lenguaje, si el lenguaje no tiene su base en hechos reales, los debates serían totalmente inútiles, es por ello que necesitamos referencias comunes y compartidas.

Michel Foucault  en su obra “Las palabras y las cosas”, describió la historia de cómo, en un pasado lejano, las palabras siempre coincidían con las cosas y solo podían repetirse, mientras que, a partir de la modernidad, las palabras se disociaron de las cosas, a través de representaciones y dobles representaciones.

Parece como si ahora estuviéramos entrando lentamente en un período en el que las palabras están totalmente disociadas de las cosas y eso significa que nuestras democracias están muriendo, que vivimos en el vacío. Significa que ya no tenemos referencias comunes sobre las que tener opiniones diferentes. Nunca debemos olvidar que siempre es, básicamente, la materialidad la que construye el conocimiento y las verdades y es sobre esa base que hemos progresado.

  • UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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