Aquellos tiempos… “Leyendas de Tacuarembó”

La foto corresponde a la restauración (en 2010) de la iglesia que el padre Jaime Ros empezó a bregar por ella en 1892, en 1899 se puso la piedra fundacional y en 1917 se inaugura, con el propio Ros oficiando en la misa.

O sea tuvo que esperar 25 años para sacarse las ganas de tener catedral para oficiar.

Pero la leyenda no viene tanto por ahí, como porque en ella ofició Carlos Partelli que fue quién inauguró el obispado de Tacuarembó, antes de ser Arzobispo de Montevideo. O quizás la leyenda fuera el propio Carlos Partelli, que fue el primer sacerdote católico que ofició misa en el local central del Partido Comunista ante los ocho féretros de los militantes asesinados en la seccional 20 del PC, en el Paso Molino.

El régimen no lo quiso nunca y con razones fundadas porque “al cura de porquería” se le ocurrían cosas como pedir para visitar a Seregni en la cárcel. Y no había más remedio que dejarlo.

Pero la cúpula o el campanario de la Iglesia, Catedral, Basílica de San Fructuoso, también tiene su lugar en la leyenda, porque allí flameó la bandera de Vietnam del Norte, en ocasión de la visita de un embajador norteamericano a Tacuarembó.

Me parece estar viendo al muchacho que entró a la casa parroquial preguntando como hacía para bautizar a un hermanito y que de salida se fue escaleras arriba hasta el campanario. Mr. Sayre ¿se llamaría el gringo o esa fue otra vez?

La calle lateral, que era Joaquín Suárez, también aporta su cuota porque por allí subía desde su casa Héctor Gutiérrez Ruiz y por allí bajaba hacia la suya Washington Benavides, y Bocha me dijo una vez que yo lo acompañaba y que efectivamente en sentido contrario venía Gutiérrez, que parecían cronometrados y que cuando coincidían en la misma acera cambiaban algunas palabras.

Un político nacionalista con un poeta comunista, se cruzaban en la calle del costado de la iglesia. Si no es un verso será leyenda.

Claro que ya casi seguro que no estaba Partelli, sino su sucesor, de infausta memoria y admonitorio apellido, Miguel Balaguer. El sostenía suelto de cuerpo y entre otras cosas, que la enseñanza laica y gratuita “nos ha condenado a la ignorancia religiosa obligatoria”.

La sombra errante de José Pedro Varela, se sentaba en algún banco de la plaza 19, sofocado de tanto dislate. Son leyendas nada más. Ni menos.

  • De Facebook de Víctor Cunha

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