TOMÁS DE MATTOS: Sobre el 27 de junio de 1973 y la dictadura cívico militar

Tomás de Mattos Hernández nació en  Montevideo en 1947, es escritor, columnista y abogado, autor de cuentos y novelas, entre las que figura ¡Bernabé, Bernabé! una de las obras más recordadas sobre el extermino charrúa. También se desempeñó como director de la Biblioteca Nacional. El escritor rememoró, en conversación con lr21.com.uy (*), el 27 de junio de 1973 y los oscuros años de la dictadura. Aún era estudiante de abogacía cuando ya realizaba su actividad paralela como escritor vinculado a Banda Oriental, una editorial donde también concurrían importantes historiadores y escritores de la época.

“Unos tres días antes del 27 de junio de 1973, estando en Banda Oriental, un gran político, líder de la izquierda, una persona a la que admiraba y aún admiro muchísimo, realizó un razonamiento tratando de demostrar que el golpe de Estado jamás se daría porque aseguraba que atentaba contra la tradición de los militares”, sin embargo, la obstinada  realidad de los hechos siguió por otro camino.

Cuando se produjo el golpe de Estado, de Mattos recibió una comunicación de su padre desde Tacuarembó quien le advirtió que lo esperara en su apartamento de Montevideo para llevarlo de regreso al interior. Él, junto a quien entonces era su novia, América Rodríguez, y desde 1974 su esposa, escuchaban que las emisoras de radio repetían incansables “A don José” en la voz de Alfredo Zitarrosa, lo cual generó en el joven Tomás de Mattos la “recelosa esperanza” de una realidad diferente, porque aquella era “una canción nuestra, de la izquierda”.

La esperanza se sustentó en que el golpe de Estado podía ser dado por militares “peruanistas”, en la línea de Juan Velasco Alvarado, que querrían cambiar el país, “pero lamentablemente no fue así”. “De inmediato, mi padre quiso retornar a Tacuarembó y nos puso en el auto, en el ‘Fusca’, con una autoridad que nunca ejerció pero en ese momento sí, porque me sentí un niño. Tuvimos grandes problemas para conseguir nafta porque nos la expendían en cantidades muy escasas. Llegamos a Tacuarembó  con un combustible que a penas alcanzaba para prender un encendedor”, evoca.

“Desde entonces la historia fue otra. Yo nunca fui muy apurado en la carrera de Derecho, pero después de estos episodios me desesperé por terminar porque sospechaba que la Universidad iba a expulsar a todos quienes tuvieran antecedentes de izquierda, lo cual me parecía un disparate, pero temía esa posibilidad”, dice de Mattos. Por ello, terminó la carrera en un año, junto con un amigo que fue apresado por el hecho de haber organizado un viaje a Buenos Aires para presenciar la asunción de Héctor Cámpora como presidente de Argentina, el 25 de mayo de 1973. También recuerda que junto a América Rodríguez, quien entonces era su novia, participaron en una manifestación en Chile, a favor de Salvador Allende, cuando se produjo el golpe de Estado.

“En ese entonces apliqué una receta para salir de las manifestaciones y lograr no ser identificado por la policía, la  cual consistía en fingir ser un peatón sorprendido por la situación, no entrar jamás a un bar, y caminar por la vereda en dirección a la policía. De esa manera nos salvamos de ser detenidos, porque además fue una manifestación reprimida como mucha fuerza”. Aquel episodio en Santiago de Chile, le trae de inmediato a la memoria la manifestación que se realizó en Montevideo y que también fue muy reprimida.

Se refiere nada más y nada menos que a la marcha del 9 de julio de 1973, a la cual convocó desde radio Sarandí  el periodista Ruben Castillo, con el poema inolvidable de García Lorca: “A las cinco de la tarde”. “De aquella manifestación recuerdo la imagen de una viejita defendiéndose con un paraguas de los garrotazos de un policía a caballo”, evoca.

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