GARDEL: EL MUERTO QUE HABLA / De Eduardo Cuitiño

¿Dónde y en qué fecha —día, mes, año— nació Carlos Gardel? – Aunque parezca increíble, ese misterio se ha mantenido durante décadas, ya que ha sido imposible aunar opiniones. Eduardo Cuitiño, profesor universitario de Matemática, decidió investigarlo con métodos científicos: aplicando procedimientos matemáticos a las diversas informaciones que existen sobre la vida del cantor. Para eso, debió reunir primero la mayor cantidad posible de datos (que a veces se contradicen, que con frecuencia difieren en algo, que es común que sean inventados a propósito, etc.), ordenarlos, compararlos, clasificarlos…, tarea agotadora, para después elaborar hipótesis y hacer cálculos de probabilidades.

Original y potente, la investigación evita nacionalismos torpes e influencias de intereses comerciales: hay que dejar hablar a los números. El autor consigue que esta sea una obra de lectura fácil y atractiva, y que los números, lejos de molestar, muestren su funcionalidad y contundencia. Las conclusiones son explosivas: Gardel nació en marzo de 1887, en Tacuarembó.

**********************************************************************

Ausencia del francés como lengua materna – Opinión de Walter Ernesto Celina en referencia a “Gardel: El muerto que habla”

“Tomaré hoy, dos aspectos sumamente interesantes, asociados o concurrentes con la obra.

El primero, destacado por el Ing. Juan Grompone, en ocasión del lanzamiento del ensayo. ¿Con qué tiene que ver? Cabe recordar, sucintamente, que existen dos hipótesis sobre dónde nació El Mago. Una, lo reivindica como un genuino rioplatense, nacido en Tacuarembó (Uruguay), que creció artísticamente en Buenos Aires y, otra, lo da como oriundo de Toulouse (Francia) e hijo de la Sra. Berta Gardes; madre soltera que emigró a nuestras latitudes con su niño, Charles Romuald Gardes. El Ing. Juan Grompone -personalidad de la cultura uruguaya con  conocimientos enciclopédicos- al referirse ciertas verificaciones de Cuitiño, señalaba que en la dicción gardeliana no se advierte, para nada, lo que en pedagogía  se denomina lengua materna. Efectivamente, quienes poseen el dominio del idioma galo no vacilan en establecer que, cuando Gardel lo canta, adolece de la pronunciación debida. Comparto esta evaluación lingüística.

Anotaré porqué. Siempre me resultó un poco extraño su acento. Como estudiante había adquirido si no el dominio del francés, un conocimiento racional a partir de la fonética, la gramática y algo de su literatura. Ello, merced a la valía de docentes como las Sras. Hors de Correa y Larnaudie de Klingler y, del esposo de esta, Alfonso Klingler En otro laboratorio siempre oficiaban como profesores alternos Jean Gabin, Louis Jouvet, Raimu, Michelle Morgan, llevados de la mano por directores como Renoir, Clément, Pagnol, Carné, Duvivier

Me hace compartir el juicio de Grompone un conjunto de certezas. La voz materna es la primera y más privilegiada que llega al oído del gestante y del recién nacido. Es la que usa su madre mientras lo desarrolla en sí. Y es la que le habla al prodigarle los primeros cuidados, sea por el acto de amamantar, de alimentarlo, de asearlo, de socorrerlo cuando llora. Es la palabra materna la del canto que serena y estimula el sueño reparador del bebe. Por tales circunstancias capitales, la lengua materna se graba y el pequeño la hace suya con profunda naturalidad. Con un agregado especialísimo, que ayuda a matrizarla: el afecto, que casi como un instinto liga al binomio madre-hijo. El signo francófono de la madre biológica debió etiquetar al pequeño Carlos en el idioma en uso, así como por las demás maneras de comunicación del entorno familiar y social.

Resulta así que -en contradicción absoluta con su enorme e indiscutida aptitud auditiva-, Gardel no muestra signo alguno de la lengua primigenia; de la cultivada por la mujer que supuestamente le diera el ser, con la que habría vivido 2 años en Francia antes de llegar al Río de Plata, en un entorno con predominancia absoluta del francés. Se admite que un sujeto pueda llegar a tener dos lenguas maternas. No que se carezca de la de origen, para sólo detentar la de adopción.

Ergo, hay un cuestionamiento que la hipótesis francesista no puede superar.”

Extraído de http://carlosgardelyyo.blogspot.com/

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada.


*