LOS PERIODISTAS FREELANCE EN SIRIA, UNA ARRIESGADA LABOR

Los obstáculos que pone el régimen sirio a cualquier cobertura independiente del conflicto que desde hace un año y medio desangra al país han puesto de relieve el trabajo de los reporteros freelance, que desafían por su cuenta y riesgo todos los peligros y prohibiciones para cumplir con la misión de informar. Se trata de «un trabajo en vías de extinción y que nosotros tratamos de salvar, porque alguien tiene que seguir contando lo que ocurre en las guerras», afirma la española Mayte Carrasco, una de las decenas de reporteros de texto, foto o video que decidieron entrar en Siria para narrar lo que ocurre del lado de la rebelión.

Son jóvenes, la mayoría ronda la treintena y aunque en muchos casos dejan traslucir cierta exasperación por sus condiciones precarias de trabajo se sienten animados por la certeza de estar cumpliendo una misión providencial.

El periodista independiente «debe hacerse cargo de sus gastos de producción» y siempre puede «enfrentarse al rechazo de que un medio no quiera comprarle sus artículos», explica la argentina Karen Marón, una de las más veteranas en zonas de conflicto. «No tiene cobertura médica (…). Está solo, absolutamente solo en un conflicto, y por elección propia», agrega Marón, que comenzó a trabajar como freelance en el año 2000 en la cobertura de la Segunda Intifada en los Territorios Palestinos.

Para el joven fotógrafo italiano Giulio Piscitelli, Siria es en cambio su primera experiencia bélica. «El año pasado no tuve la oportunidad de cubrir la guerra en Libia y decidí venir a Siria. Estar aquí es un impulso a mi carrera», señala. Las trabas impuestas por el régimen de Asad al despliegue de los grandes medios internacionales fue un aliciente para Piscitelli. «La poca presencia de los fotógrafos de las grandes agencias de noticias también ha sido uno de los motivos por los que finalmente me decidí a venir. Tengo la oportunidad de poder vender mi trabajo», agrega.

Sus colegas más experimentados temperan su entusiasmo. «Te sientes utilizado y sin ningún respaldo de los medios con los que colaboras, pero eso es algo que te dejan claro antes de trabajar con ellos. Tú lo asumes, o no», afirma el camarógrafo español Roberto Fraile, con una dilatada carrera en zonas de conflicto.

Falta de reconocimiento – Mayte Carrasco define la situación de los freelance como «una supervivencia dentro de la supervivencia». «Estamos desprotegidos, muchos sin seguro y sin chaleco antibalas o casco. A veces (…) viajamos sin equipo, sin teléfono satélite, sin dinero en efectivo suficiente en caso de urgencia», explica.

Alberto Prieto, otro fotógrafo español, va un poco más lejos: «No me siento especialmente valorado por los medios con los que colaboro; más bien me siento utilizado por ellos (…). Cuando les interesa compran y cuando no pues lo cogen de agencia», comenta este veterano en zonas bélicas.

El joven Piscitelli reconoce las durezas del oficio, sin mostrar desánimo. «Los medios de comunicación a menudo no responden a los emails, no compran fotos o te ofrecen poco dinero (…) pero amo este trabajo y considero que es muy importante lo que hacemos», sentencia.

El español David Mesenguer se siente en cambio más respaldado. «Dada la excepcionalidad de la situación, los medios con los que colaboro sí que hacen un esfuerzo económico y el precio que pagan por cada pieza es mayor que en condiciones de trabajo normales», apunta.

Karen Marón ve así las reglas del juego: «Ofrecemos un servicio, nos pagan por él y pueden querer que sigamos colaborando o no». «A veces es difícil aceptarlo desde lo humano, porque el freelance termina de hacer una cobertura extraordinaria, es reconocido por su trabajo y luego se siente descartable sin explicación ni consideración. Pero no hay compromiso firmado de que luego de una cobertura de calidad alguien nos contrate permanentemente».

El reportero de video británico John Roberts, que prepara un documental sobre Siria, ni siquiera se plantea esa cuestión: «Tengo que ganarme la vida, como cualquier persona en cualquier otra profesión», pero así son «el trabajo y el estilo de vida que he elegido», afirma. Más allá de sus diferentes experiencias y concepciones, los freelance saben que la única y mejor recompensa que pueden esperar por los riesgos que corren es la de haber brindado una información que, de otro modo, el mundo no tendría.

«Nadie gana dinero, reconocimiento o fama con este tipo de oficios; es de locos pensar que alguno de nosotros arriesga su vida por unos minutos de gloria», afirma el fotógrafo español Ricardo García Vilanova, uno de los freelance más veteranos en zonas de conflicto.

De la misma opinión es el joven Piscitelli. «No creo que con mi trabajo pueda llegar a hacerme rico o famoso; solo quiero vivir de él y hacer buen periodismo», sentencia. – De 180.com

Foto: Rebeldes sirios en Alepo (AHMAD GHARABLI / AFP)

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