Tanto me gusta crecer

Por Laura Romero

Mis viajes por dentro, con heridas abiertas y tanto brillo de sol iluminando al mismo tiempo… mi recorrido favorito.

Sanar o intentarlo, agradecer mi realidad.

Mi hijo, escribir, los libros, el cine, el mate y el silencio.
No sólo los míos.
Hay silencios de otros que amo con locura… porque sé que en su después… arriman una presencia y lealtad que me persisten a su abrigo.
El silencio de la compañía.
El silencio de mi padre que traduce siempre la estabilidad eterna y compañera.
El silencio de mi madre… sabiendo señora, antes de mi que escribiendo sobre ella me encuentro ahora.
El silencio de mi hermano que ha tomado su vida y la ha saboreado al punto de repetir su servida.

Entiendo lo que hace veinte años me era inviable.
Entiendo cuánto afecta en quienes amo mi carácter y el pulpo de mis abrazos tan necesitados y ruidosos.

Crecer.
Porque ya duele menos.
El 13 de abril, ellos ya duelen menos. Cumplen 19 años y yo, los cumplo al mismo tiempo.
Volví a nacer rota. Absolutamente rota, como aún lo estoy… Pero tomé de la mano cada una de mis responsabilidades.
Mis errores.
Mis dolores, mis culpas… y los abrazos que yo misma… no soy capaz de dar.
Mis exigencias.
Mi ansiedad y algunas de mis inconsciencias.

Y así mismo, camino.
Y así mismo, me gustan mis entregas, el compartir, brindar, entender.
Reírme fuerte.
Canturrear sonidos desconocidos en esos ratos en que no hay rastros de nubes al paisaje.
La sombra no invade, la gracia y el aprecio atraviesan mi mirada… describiéndome.

Aquí me veo… pudiendo decirlo.
Pudiendo escribirlo. Pudiendo verlo, recrearlo y soltarlo al mismo tiempo.

Crecer es… saber que tal vez nunca llegue a poder perdonar algunas cosas… Pero que ellas caben en mi corazón como todo lo que hice para superar la parte rasgada de mis tierras.

Subo mis escalones, vuelo.
Pregunto, me muevo… buscando no dejar de ver la inmensidad de mis intrínsecas luces…
Rota.
Y sin embargo… hay un mate pronto, mi adolescente que anoche cumplió uno de sus grandes sueños… que dormido lo recrea en éste instante.

Veo hojas de árboles, viento, cielo azul y sábanas limpias.

Así.
Llena.
Herida.
Un poco loca y tan enteramente sedienta de curar mi sangre abierta que ya no encuentra en mí… su lugar preciso.

Tanto.

Hoy… mi mundo es mío y me responsabilizo por él y sus tendencias.

Bendecida mujer caminante, inquieta, cuestionadora. Sentada en lo alto, sin atreverme a culpar a los demás siquiera de una mínima parte de mis desdichas o rasguños.
Todo vive en mí e… infinito espacio para más letras, roturas, luces y sombras me completa.

Aquello que llegue mateará conmigo.
Se volverá letra, libro o herida.
Quién sabe.

Hoy… aquí estoy yo… sintiéndome libre y delegada.
Humilde y risueña.
Niña, mujer, madre y de carencias, hoy… simplemente abandonada.

L. R.

 

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