LA VIGENCIA DE LA CRISIS PERMANENTE / Por Ney Brum

El célebre Fontanarrosa en su genial creación “Inodoro Pereyra el renegao”, supo hacerlo expresar en una de sus maestras aseveraciones a Inodoro, “mal pero acostumbrao…”

La realidad perversa que subyuga en la representación profesional (?) de Tacuarembó Fútbol Club termina confirmando el inexacto enfoque conductivo que intenta forjar su existencia. Esta forma de convivencia, estas “relaciones peligrosas”, este modelo de relación fútbol y poder, parece agotado. Esa necesidad casi imperiosa de permanencia en mandos decisores deriva en un modelo de gestión inconducente, o conducente hacia el perjuicio inexorable.

Venimos observando desde hace prudencial tiempo la crisis consuetudinaria que año a año precede el inicio de cada temporada.

Un modelo reiterativo que me permito pensar impone un peligroso acostumbramiento, es decir, habituarse a la miserias de cada comienzo de actividad. Dependiendo de limosnas paliativas que mitigan la circunstancia puntual. Este método de obtención de ventajas por la puerta trasera no ha logrado sustentar un criterio de desarrollo genuino. El debilitamiento vertiginoso de una intención loable denuncia esa falsa panacea propuesta, entre la relación poder dominante y proyecto (*) fútbol.

No evidencio nada nuevo al sostener que es “el deporte político por antonomasia” (1), despierta esos conceptos similares como el de sentido de pertenencia, de identidad, condición social por lo que se reafirma más una afirmación sociológica que sostiene que éste es “hecho social total”. Teoría que me animo y permito compartir, y no su antagónica afirmación que asegura el “fútbol es una plaga emocional” (2), me desprendo tajantemente de esta última. Racionalmente. No menos cierto es que se ha constituido en una pantalla, o en algunos casos un trampolín de despegue para algunas figuras con aspiraciones e intenciones político partidaria, es así, reitero es el deporte político por excelencia.

Es así que de los aciertos y de los errores de sus conductores derivará el éxito o fracaso de los proyectos, homologando el criterio competitivo del fútbol, que, como en este, hay perdedores y ganadores, aunque los perdedores siempre son los más, cuantitativamente. Pero más aún, el perder siempre no sólo cansa, aburre, y si aburre cansa, dejando lugar a un solo rumbo, el de perecer. El riesgo se transforma en inevitable, ante esta situación, esa identificación político futbolístico desborda la pasión popular hasta el absurdo. Si los resultados no acompañan se debilita y si la sociedad se proyecta en esa representación también se frustra. En consecuencia se puede prever un paroxismo al vínculo antedicho.

En la actual situación, crisis es sinónimo de debilitamiento y esta, casi inexorablemente, termina en extinción. Quizás queda si la esperanza fuerte del arraigo masificado en una comunidad, de un sentimiento que se construyó en concordancia con sus preciados valores. “Tacuarembó es un pueblo futbolero” hemos escuchado desde siempre y es un concepto que no amerita discusión en demasía. De pronto por ahí se visualiza un camino cierto. Salidas que emanen del propio colectivo futbolístico, que es, en esta actualidad, más vinculante con el criterio empresario que político.

En el contexto de la mundialización existe un mercado futbolístico incuestionable, por lo que el mundo empresarial conformó, creó la idoneidad del deporte mercantil a su antojo. Estas son las reglas de juego hoy, las que también requiere que sus agentes tengan el “vestuario” suficiente para conciliar la alianza fútbol-mercado, por ende permanencia. Es mucho más que triste, es mucha más que dolorosa la permanencia de esos aprietos constantes, ya que pronostican el resultado del fracaso.

La incertidumbre que reina en este contexto gana espacio, no se observan salidas claras a corto plazo por lo que se aventura creer que las decisiones serán similares a las precedentes. De las crisis se puede salir, se logran sortear, lo peligroso es acostumbrarse a convivir con ellas. Es una usanza perjudicial y acerca mucho al fracaso definitivo.

1 )- Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, Junio de 2006.

2) – Cita de I.R. del ensayista Jean Marie Brohn, tomado de La Tyranie sportive. Francia 2006

(*) Asumo mi desconocimiento total de la existencia de un proyecto de desarrollo, no me consta la misma.

NEY BRUM

neybrum@adinet.com.uy

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