LA REA MADRE QUE TE PARIÓ / por Gabriel Pereyra

¿Usted había oído hasta ahora que una madre o un padre fuesen presos por lo que hicieron sus hijos? – El primer Código Civil que establecía los deberes y derechos de la patria potestad, es decir los derechos y deberes de los padres sobre sus hijos, data del siglo 19 y luego se fue actualizando hasta nuestros días. En todo este tiempo ha habido en Uruguay miles de fallos judiciales contra menores de edad por haber cometido estos diversos tipos de delitos, de los más leves a los más graves. ¿Usted había oído que una madre o un padre fuesen presos por lo que hicieron sus hijos?

Desde el gobierno, y de boca del ministro del Interior, Eduardo Bonomi, se agitó la idea de que era necesario que la Justicia empezara a buscar en los padres la responsabilidad por las acciones delictivas de sus hijos. Después de décadas y décadas parece que los reclamos ciudadanos, que a veces empardan con lo que se piensa en el gobierno, terminaron por convencer a algunos de que la ley debía ser interpretada de otra forma y en pocos días ocurrió lo que no había pasado en décadas: cinco madres marcharon presas por lo que hicieron sus hijos (otras tres ya habían sido procesadas en Durazno junto a un hombre, casi un colado en esta lista de mujeres).
¿La Justicia funciona a veces al ritmo de la presión política, que funciona a veces al ritmo de la presión social? 

En la calle Benito Blanco, a pocos metros de donde una balacera sangrienta casi que convirtió a Pocitos por unos días en una zona roja para algunos cronistas policiales, suele haber una niña que lleva años vagando por el lugar. Sola a veces, otras con una bebé en sus brazos. Delgada, mugrienta, boca sucia. Esas esquinas la han visto crecer entre bocinazos y transeúntes más o menos impávidos ante su presencia.
La patria potestad parece que no rige para con ella. Según la ley «el que omitiere el cumplimiento de los deberes de asistencia inherentes a la patria potestad poniendo en peligro la salud moral o intelectual del hijo menor será castigado con tres meses de prisión a cuatro años de penitenciaría». Pero con esta nena no funcionó. Fue detenida varias veces porque buena parte de las anotaciones policiales que muchos menores tienen son por vagancia. Los jueces los devuelven a los padres, una, dos, setenta y cinco veces. Cuando se trató de proteger los derechos del niño, que ese es el corazón del instituto de la patria potestad, a los jueces les costó alejar al niño de sus padres y con razón porque eso es lo que recomiendan los expertos, salvo que haya agresiones graves y evidentes de los progenitores para con el menor (y a veces aún en esas circunstancias se abre lugar a la duda).

Todo indica que esta nueva interpretación que los jueces hacen de la patria potestad solo ha lugar cuando hay un delito que perjudica a un tercero. Mientras perjudique solo al niño, el ejercicio de la patria potestad es un chicle. O sea, si le jodes la vida a tu hijo por años y años y el juez se entera que lo estás haciendo, en general no pasa nada; pero si, ya bastante jodido como para hacer una macana de proporciones, tu hijo afecta a otra persona, entonces ahí sí te toca pagar, no por lo que le hiciste a tu hijo, que para eso existe la patria potestad, sino por lo que tu hijo le hizo a otro.
En Uruguay cuatro de cada 10 hogares están dirigidos por una mujer. Más de 120 mil mujeres viven solas con sus hijos. Buena parte de ellas en barrios periféricos. Buena parte de ellas abandonadas por el padre de sus hijos. O sea, los padres se salvaron renunciando de una a la patria potestad, y las que tomaron el riesgo de criar a ese niño en un ambiente complicado ahora la tendrán aún más complicada.

Por más conservador, represor, controlador que un padre sea con su hijo adolescente, si tiene dos uñas de frente sabe los vericuetos vivenciales que atraviesa un joven en esa etapa de su vida. Una cosa es atravesar la adolescencia con un padre y una madre, en una casa con calefacción, yendo al colegio, y al gimnasio, y comiendo todos los días, y bañándose con agua caliente en noches de invierno. Y otra cosa es pasar la adolescencia en un rancho con su madre y siete hermanos, comiendo si hay y sino no, sin saber en muchos casos lo que es darse una ducha con agua caliente. Son dos adolescencias distintas, y el que deduzca que lo que intento decir es que los delincuentes son delincuentes por pobres es un lector demasiado limitado en su comprensión lectora que solo ha perdido su tiempo clickeando en esta nota.

Para una madre responsable y para una que no lo es, resulta igualmente complicado controlar a un adolescente de 17 años que no estudia (y si estudia importa poco si va o no al liceo público porque ahí lo que enseñan es que importa poco si hay clases o no) y que posiblemente no trabaje. Un adolescente en cuyo barrio hay decenas de bocas de pasta base y decenas de amigos que consumen, si no es que él mismo lo hace. He hablado con madres que después de recorrer una por una varias bocas de pasta base en busca de su hijo terminaron quebrándose y admitiendo que quizás lo mejor sea que el amor de su vida muera cuanto antes. 

Impotentes, ineficientes, frívolos e irresponsables en las políticas que refieren a los adolescentes en Uruguay (bastaría con mencionar que en estos días el Estado no está cumpliendo con sus responsabilidades –pésimo padre- y los está privando del derecho a estudiar) ahora parece que algunos jueces han encontrado la fórmula que va a calmar a parte de la tribuna (entre ella a algunos políticos como el propio ministro del Interior) metiendo presas a las madres (va a ser difícil que encuentren un padre porque esos se fugan antes de ser culpables y este es un claro mensaje para que lo sigan haciendo). 

¿Y si esa madre trabaja y ahora pierde el trabajo y empeora la situación? ¿Y si esa madre tiene otros seis hijos que vaya a saber uno con quien quedan? ¿Y si esa madre, aún mala madre, es mejor que los hogares fríos, carentes e impersonales del INAU? La tribuna está que arde y, además, este nuevo tipo de reo, este nuevo tipo de reas que engrosan las filas de los privados de libertad, son pobres; y si de lo que estamos hablando es de Justicia, ya lo sabemos, la vida no es justa, y mucho menos para un pobre, y mucho menos si ese pobre es mujer.

De El Observador.com

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