VICTOR HUGO, 13 años de un crimen impune

Víctor Hugo Olivera Rodríguez  hijo de Américo Olivera y Raquel Rodríguez, vecinos del Barrio La Palma;  tenía 19 años, era jugador del Club Progreso desde las formativas, terminaba sus estudios secundarios en el Liceo Nocturno, cuando en la madrugada de un frío 12 de junio del año 1999, alguien lo fue a buscar a su domicilio en Barrio La Palma, para después ser encontrado sin vida tras una fuerte helada matinal, con tres disparos en su cuerpo, trece veces se cambió el almanaque desde entonces y el crimen sigue impune.

Hoy en 2012, la sociedad sigue reclamando justicia: “NO OLVIDAR A VICTOR HUGO”

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La información. De acuerdo a documentos oficiales del Ministerio del Interior del resultado pericial derivó que los disparos procedieron de un arma de fuego calibre 22, posiblemente marca GALAND, DOBERMAN o PASPER. Tres disparos impactaron en el cuerpo de la víctima, uno en el oído derecho, otro en la mano derecha con roce en la cabeza y un disparo mortal en la espalda omóplato derecho.

Tras años de investigación y de no aclararse el crimen, en 2005 el cuerpo policial encargado de la investigación del homicidio con el Inspector Principal Lic. Edilberto Duarte como Encargado de Despacho de la Jefatura de Policía de Tacuarembó trabaja en forma conjunta con el Juez Letrado de Primera Instancia, Dr. Daniel Erserguer, revisando el procedimiento realizado al momento de ocurrido el hecho e interrogando en Sede Judicial a las personas que según las declaraciones de los familiares estarían vinculadas a Víctor Hugo, tratando de mantener el criterio de reserva y confidencialidad de las actuaciones ya que el caso se encontraba en etapa de presumario, lo que no fue completamente posible. De todas las diligencias practicadas no se obtuvieron nuevos datos que permitieran reorientar las investigaciones. Ésta situación llevó a agravar la conmoción de la sociedad tacuaremboense y que algunos organismos y organizaciones así como la familia de la víctima se pronunciaran. En sesión de la Junta Departamental de Tacuarembó de fecha 14 de julio de 2005, la edil nacionalista María Elida Grela, por ejemplo se pronunció en referencia al asesinato de Olivera Rodríguez. En esa oportunidad elevaba al Ministerio del Interior a cargo entonces del Dr. José E. Díaz una denuncia al Juez actuante por omisión funcional y/o desinterés en el hecho así como inactividad policial. Esto derivó en que el Juez entendido en la causa elevara el informe correspondiente, no emergiendo del mismo para la Suprema Corte de Justicia irregularidades que ameriten intervención alguna.

En el caso trabajaron a nivel departamental las Direcciones de Seguridad e Investigaciones de la Seccional 2ª y en el ámbito nacional la Dirección Nacional de Policía Técnica, así como también personal especializado del Departamento de Homicidios de la Jefatura de Policía de Montevideo. A su vez, los tres proyectiles extraídos del cuerpo de la víctima fueron analizados y confrontados con más de cincuenta armas sospechosas por la Dirección Nacional de Policía Técnica (Balística). A partir del año 2003 toma intervención en el caso el Comisario Inspector Roberto de los Santos, Perito en Criminalística formándose un equipo multidisciplinario, con metodología de trabajo científica y los medios más capacitados del país. Asimismo psicólogos de la Dirección Nacional de Prevención Social del Delito realizaron diferentes pericias: Análisis del expediente, autopsia psicológica, perfiles del lugar del evento dañoso, perfil psicológico, etc., hasta coordinarse entre los organismos actuantes la realización de un test psicofisiológico por parte de expertos rusos, por lo que cuatro sospechosos fueron trasladados a Montevideo y sometidos al polígrafo, de cuyos resultados se arribaron a cuestiones técnicas pero no a pruebas contundentes. En cuanto a la investigación judicial las hipótesis manejadas tampoco se han podido probar por falta de pruebas.

En su edición Nº104 de octubre de 2005, la revista TACUAREMBO 2000 en un trabajo periodístico titulado “Ni la justicia ni la policía logran dar con el asesino”, culminaba el mismo diciendo: “En concreto han pasado ya seis años de aquella fatídica noche y las investigaciones están estancadas, sin avizorar siquiera un pequeño sendero que lleve hacia el culpable (o los culpables) de la muerte del joven tacuaremboense. Mientras tanto, una familia sigue haciéndose preguntas; la sociedad seguirá especulando con nombres y situaciones en una peligrosa y dañina costumbre que nada contribuirá con el desenlace final; la justicia continuará con su accionar atendiendo cada vez que aparezca un indicio nuevo, y la policía interrogando y trabajando detrás de cada señal”.

Han pasado 7 años de dicha edición, han pasado 13 años del asesinato del joven jugador de Progreso y la situación es un calco, no hay respuesta. Pero como nos dijo un policía “mientras la prensa hable, el asesino estará nervioso”.

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