JORGE MAJFUD: “El poder está en todas partes pero no lo puede todo” (*)

Radicado en Estados Unidos, el escritor Jorge Majfud ejerce en la Universidad de Jacksonville y es respetado y consultado por medios del mundo que difunden su obra y pensamiento.

”Hay quien me niega el derecho de hablar de Dios, porque no creo. Y yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad”, rezongaba José Saramago, en sintonía con el entrevistado de esta nota, iguales como emigrados, pensadores y preocupados personajes de la vida. El futuro está por escribirse y él trata de explicarlo.

– ¿Cuáles son tus primeros recuerdos?

Si los confieso, alguien diría que alucino, pero por mucho tiempo recordaba la sensación de estar en el vientre de mi madre y un gran estrés en mi ombligo. Ahora comprendo el estrés que vivían mis padres, especialmente mi madre, como consecuencia de los acontecimientos políticos de principios de los ‘70 en Uruguay.

–¿Cómo llegás a Estados Unidos?

Decidí finalmente aceptar la invitación de un profesor de la Universidad de Georgia para hacer una maestría en literatura allí. Él era un experto en ensayo latinoamericano, había leído mis libros, por lo cual manteníamos contacto y discusiones desde años antes. La primera semana que llegamos con mi esposa, nos quedaban U$S 5 para resistir hasta mi primer sueldo, que prácticamente me pagaron por adelantado. Al final seguí hasta completar un doctorado y por el momento seguimos por aquí.

–¿Qué grado de libertad tienes en tu trabajo como escritor?

Siempre he sido muy crítico de muchos aspectos de la cultura y, sobre todo, de las políticas internacionales de Estados Unidos, con frecuencia brutales. Pero es un error simplificar un país con una etiqueta, como se hace desde afuera. Es atractivo pensar que todo funciona por orden y agrado del Poder, con mayúscula, pero esto es una percepción simplista y metafísica. En lo personal, he escrito innumerables ensayos sobre cómo el poder se filtra en el lenguaje, en las actitudes individuales, históricas, en la cultura popular.

–¿Y donde está el poder?

Eso es universal y trágico. El poder está en todas partes pero no lo puede todo. No puedo negar que las universidades norteamericanas (creo que las europeas también) son de los pocos lugares donde se puede hacer investigación. Por muchos motivos: porque hay recursos y tiempo (¿cuánta investigación puede hacer un profesor que está corriendo de una clase a otra, enseñado 30 horas como a veces ocurre en América Latina?). Como profesor integro el gobierno de mi actual universidad y sé por experiencia propia que un país poderoso como Estados Unidos es el escenario de choque de diferentes grupos de intereses heterogéneos.

–¿Cuáles son los intereses que no deben perderse de vista y cuán oscuro seguís viendo el tiempo inmediato?

Los primeros intereses que no se deben perder de vista son los del bien común de un grupo, de una sociedad y, en su máximo ideal, los intereses comunes de la humanidad. Esta es, además de previsible, una respuesta políticamente correcta. No se desmerece por esto sino, a veces, por otra razón. El problema de una respuesta tan arraigada en la cultura popular es que se subestima otro valor importante, más existencialista: una libertad que para el individuo no sea una libertad concreta es una libertad ficticia.

-¿Cuales son, hoy, tus dos orillas?

Una es mi memoria, mi identidad, que ha quedado anclada en el Río de la Plata, llena de buenos recuerdos y de tristes desencuentros. La otra es el futuro de mi esposa y de mi hijo, que han reemplazado casi totalmente mis preocupaciones por mi propio futuro.

Jorge Majfud en los medios – Es Máster en literatura y doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Georgia en 2008. Fue colaborador habitual de Milenio Diario de México, La República de Montevideo, Panamá América, Cambio 16 de España, La Vanguardia de Barcelona, Hispanic Culture Review of George Mason University, El Nuevo Herald de Miami, Página/12, Radio Uruguay, Radio Nacional de Argentina, Radio Exterior de España, Radio Popolare Roma entre otros.

Es miembro del Comité Científico de la revista Araucaria de España y de The Honor Society of Phi Kappa Phi de Estados Unidos, Obtiene su Master y PhD grado en la Universidad de Georgia.

Además de enseñar en University of Georgia, ha sido profesor en Lincoln University y en Jacksonville University. Ha recibido premios en concursos literarios internacionales. Entre ellos, Mención Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba 2001; por la novela La Reina de América Excellence in Research Award’, University of Georgia 2006, finalista Premio Juan Rulfo 2011. Sus novelas y ensayos son objeto de estudio en diferentes universidades de Europa, Estados Unidos y América latina. Es coautor de decena de libros. Sus obras han sido traducidas al inglés, francés, portugués, alemán, italiano, vasco y griego.

Obras

–Hacia qué patrias del silencio (Memorias de un desaparecido) Grafitti, novela, 1996.

–Crítica de la pasión pura, Graffiti, ensayos, 1998.

–La Reina de América, Baile del Sol novela, 2001.

–El tiempo que me tocó vivir, ensayos, 2004.

–La narración de lo invisible / Significados ideológicos de América latina, CEPAL, ensayos, 2006.

–Perdona nuestros pecados AG Ediciones, cuentos, 2007.

–La ciudad de la Luna Editorial: Baile del Sol novela, 2009

Entrevista del periodista Carlos Alberto Parodíz Márquez en www.diariolaunion.com.ar

– Jorge Majfud Albernaz, nació en 1969 en Tacuarembó es escritor, arquitecto y profesor universitario radicado en Estados Unidos. Es columnista de TACUAREMBO 2000 y del portal TACUAREMBO 2030

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—Si pudieras ser otro escritor, serías…

Tal vez Platón. Me hubiese gustado conocer a Sócrates.

—Si pudieras ser un libro, serías…

Si pudiera ser un libro elegiría ser otra cosa. No un filósofo sino un religioso, Tomás de Aquino, fue quien escribió, “temo al hombre de un solo libro”.

—Si pudieras ser un lugar de Uruguay, serías…

Sería un árbol en un cerro perdido de Tacuarembó. O la granja de mis abuelos en Colonia. Aunque soy un bicho urbano, no me gustaría convertirme en una calle.

De Letralia

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