Washington Benavides: El poeta. Montevideo. Ediciones Asir, 1959. 55 páginas. “El libro de Washington Benavides es visiblemente desparejo, incluyendo poemas de fechas y con actitudes muy distintas entre sí, ensayos expresivos junto a composiciones de nítido perfilado estético, pero es también el que revela una situación más rica y una entrada a la poesía más compleja. Su obra se instala en la confluencia de dos planos aparentemente contrarios: el de una cultura profesoral en que actúan Horacio, Ronsard, Fray Luis, con sus formas categóricas y su determinación culta y aristocrática y una realidad humana y física sensible pero casi sin formas permanentes, la de un pueblo nuestro, cercano, viviente, ajenado del arte. Benavides es profesor de una ciudad del interior y en su circunstancia vital revive la de quien aparece como guía más certero de su poesía Antonio Machado. Y no sólo el Machado de Soledades y Campos de Castilla sino también el de Juan de Mairena, porque así como este profesor irónico de retórica, Benavides canta el mundo y se oye cantar y analiza; se entrega con efusión sensible y sentimental al paisaje que ve y al amor cercano, y pone un toque de escéptica burla en su propia efusión.
Un tono medio, ponderado, serio y apenas sonriente; un buen toque selectivo de la naturaleza; un ritmo interior preciso y una imaginería personal; sobre todo un esfuerzo bien recompensado de elevar la emoción fugaz a una meditación comprensiva de lo humano en las grandes líneas de su destino, con las notas distintas de la poesía de Benavides y sostienen la calidad de su afán lírico.”
Publicado en MARCHA Nº971 el Viernes 7 de agosto de 1959.
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Generalidades de mi amor
Yo pedía –recuerdo-
hallar en una calle
determinada
y bella,
con su luz de jardines
acodados al pueblo,
yo pedía –recuerdo-
una casa que abriera
sus puertas a mi paso,
y que en ellas surgiera
-de su interior hermano-
un ramillete íntimo de rostros familiares
al amor…
Yo pedía cosas así,
risueñas y un poco desvaídas,
una vieja ortofónica
con una luna negra de Villoldo,
un amigo cualquiera
de una tarde cualquiera.
Y ahora veo que nazco
de lo que no he tenido;
y ahora se me hace cierto
que la poca confianza
que guardo en un bolsillo
viene de lo que falta,
de lo ausente o perdido…
Para llenar de nuevo
mi saco de remiendos,
pediría el olvido.
De Washington Benavides (publicado en MARCHA Nº971)
Eduardo Darnauchans y Washington Benavides
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