Razones para la creación de la Universidad de la educación

Por Mag. Sheila Tarde.

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo» Mandela. En pocos días ingresará al parlamento un nuevo proyecto de ley para la creación de la Universidad de la educación. En él se recogen los anhelos de muchos docentes que desde hace años venimos luchando por esa aspiración. Esos deseos, de obtener una formación universitaria, no responden al simple hecho de contar con un título, sino a la necesidad de contar con herramientas para enfrentar los desafíos de las aulas del siglo XXI. La revolución tecnológica, la incorporación de un estudiantado diverso, las exigencias sociales, requieren de una formación diferente a la tradición normalista con la que se instituyó la formación docente.

El cambio requerido es paradigmático, dado que el modelo predominante es tecnicista, muchos docentes actúan como meros aplicadores de programas decididos por “autoridades”, mientras que la sociedad actual exige que nos formemos como “intelectuales transformadores”, al decir de Giroux[1]. Los futuros docentes necesitan formarse con una postura reflexiva y abierta a los constantes cambios, comprendiendo el poder que reside en su tarea humanizadora y defendiendo su rol como constructores de sociedades. Para lograrlo, es necesario que nuestra formación tenga un fuerte componente de reflexión e investigación educativa, con lo que se generarían propuestas áulicas innovadoras y contextualizadas a nuestro medio. Si no lo logramos, estamos lesionando el derecho a la educación de gran cantidad de estudiantes, y por ende perjudicando a toda nuestra sociedad.

En los últimos años, los docentes hemos visto como ha ido decreciendo el reconocimiento a nuestra labor. Al punto tal que, en el censo docente de 2018, solamente 3 de cada 10 docentes manifiestan sentirse reconocidos por su trabajo. Esta situación lesiona la auto percepción del docente, invalidando aún más su actuación. Axel Honneth, filósofo alemán contemporáneo,  nos recuerda cuan relevante para nuestra vida es el reconocimiento “…en la lucha por el reconocimiento nos jugamos la vida, pero no solo la vida física…, en la lucha por el reconocimiento nos jugamos la vida propiamente humana,  nuestra identidad moral, nuestra salud psíquica.” (Tarde, 2017, pág. 7).

Las agresiones hacia los docentes se han vuelto habituales y cada vez más se constatan situaciones de agotamiento (burnout) y alejamiento de las aulas. Si contáramos con la Universidad de la educación en cada departamento, podríamos trabajar para construir  una apoyatura con herramientas psicosociales que fortalecieran al docente y así resolver situaciones que resultan cada vez más complejas y desafiantes. Los docentes necesitan un acompañamiento colectivo que los empodere, no pueden seguir aislados enfrentando las complejidades de las sociedades actuales.

La forma en que consideramos a nuestros formadores habla de nosotros como sociedad, dejarlos solos ante las complejas situaciones sociales que deben enfrentar, tiene consecuencias perjudiciales para todos.

Otro aspecto que permitiría abordar la Universidad de la educación, especialmente en el interior, sería la oferta de nuevas carreras en el ámbito educativo. Tenemos la necesidad de contar con formación específica para atender a quienes enseñan en las cárceles. Según datos del parlamento [2]Uruguay cuenta con una tasa de encarcelamiento de las más altas del mundo, la cantidad de personas privadas de libertad se ha triplicado en los últimos 20 años y eso ha generado situaciones violatorias de los derechos humanos, así como otros graves problemas de violencias.

Quienes enseñan en las cárceles, tienen una función clave en la resocialización de los ciudadanos que intentarán reinsertarse en nuestra sociedad, debemos brindarles herramientas para desarrollar plenamente su labor. También requieren de una formación pertinente los educadores que enseñan a las personas con discapacidades. De acuerdo a datos del último censo aproximadamente un 16 % de la población posee una discapacidad, es imperioso que esas personas cuenten con formadores sensibles y actualizados para que se vean amparados en su derecho a la educación inclusiva. Otra necesidad social la plantea el sistema de cuidados, la curva demográfica indica que la población envejecida será cada vez mayor, por tanto se requieren personas capacitadas para atender y cuidar a ese sector de la población que va en aumento.

Estas nuevas carreras podrían ser ofrecidas en el interior del país, ya que existen 22 centros de formación en educación ubicadas en el interior, los cuales se convertirían en centros universitarios. A su vez, las carreras de posgrado brindarían la posibilidad,  a quienes ya culminaron su carrera docente, de continuar formándose cumpliendo con la consigna de educarse durante toda la vida.

Sin dudas, todas estas posibilidades mencionadas significarían oportunidades de desarrollo para el interior, colaborando en la reducción de inequidades históricas entre el sur y el norte. Al respecto, al observar el “Atlas sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay”, se constata que existe una directa relación entre las necesidades básicas insatisfechas con los escasos niveles educativos, y ambos se concentran en los departamentos del norte del país, en donde se encuentra Tacuarembó. Al ver las coincidencias entre estos factores que desnudan las inequidades concentradas en el interior, uno sólo se puede preguntar: ¿Cuándo será el tiempo de que el norte cuente con mayores oportunidades? La universidad de la educación contribuiría a alcanzar ese objetivo.

El caso de Tacuarembó         

Dado que escribimos desde el pago más grande de la patria, consideramos que debemos dedicar un análisis específico a la necesidad de contar con la Universidad de la educación en nuestro departamento. Para ilustrar acerca de las características de nuestra sociedad resulta pertinente recurrir a la ciencia, por ello nos remitimos al trabajo de investigación realizado por la Lic . en economía Analía Mariño, quien para la obtención del título de “Magister en demografía y estudios de población”, desarrolló la tesis: “Desigualdad multidimensional en las ciudades uruguayas” publicada en 2023.

Para construir el ranking de ciudades, de la más desigual a la de menor desigualdad,  se tomó en cuenta las dimensiones referidas al nivel educativo de la población de cada ciudad, las condiciones de habitabilidad, la vivienda, el entorno urbanístico y el acceso a recursos para el hogar. Del análisis de estas dimensiones, de acuerdo a datos del Censo 2011,  surgió que la ciudad más desigual de todo el Uruguay es Tacuarembó, seguida por Treinta y Tres, Melo, Lascano, Santa Lucía. Mientras que las ciudades menos desiguales se encuentran hacia el sur.

Una de las dimensiones que se incluye para ubicar a Tacuarembó como la ciudad más desigual es la educativa. Por ello adjuntamos datos, extraídos del observatorio territorial de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto,  que evidencian acerca del nivel educativo tacuaremboense. En todos los indicadores Tacuarembó se encuentra en un nivel más bajo que la media de la población uruguaya. El promedio de años de educación de las personas con 25 años y más en el país es de 10.0 años, en Tacuarembó es de 8.7 años.

La tasa de analfabetismo de la población de 15 años en el total país es de 1.2%, mientras que en Tacuarembó es de 2.0 %. Como se puede apreciar Tacuarembó casi duplica la cantidad de analfabetos que la cifra del total país. En cuanto al porcentaje de población entre 25 y 65 años con estudios terciarios, en Tacuarembó es de 16.1 % y en promedio del país es de 25.7%. La población tacuaremboense con formación terciaria está muy lejos de la alcanzada por la media de los uruguayos.

Todas estas cifras son muy representativas y fundamentan la necesidad de contar con la Universidad de la educación en la región de nuestra tierra que más lo necesita.  Los parlamentarios, como defensores de los derechos ciudadanos de cada departamento, deberían sopesar su voto, considerando si están dispuestos a brindar oportunidades a quienes históricamente les han sido negadas. Si no lo hacen deben dar las razones en las que fundamentan su negación.

Creemos que las necesidades de los más vulnerables guiarán su accionar y votarán afirmativamente para que la Universidad de la educación se concrete. Ese es el espíritu que debe alentar la tarea parlamentaria. Por su parte, la ciudadanía debería asumir esta causa y luchar por ella, recordando que la democracia la construimos todos los días con nuestras acciones.

Tal como lo afirmó Rigoberta Menchú: “La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos, es una condición que sólo se puede mantener si todo ciudadano la defiende”. Hagamos nuestras estas palabras convirtiéndolas en acciones, honremos la responsabilidad que tenemos hacia las generaciones futuras.

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Referencias

Giroux, H. (1997). Los profesores como intelectuales tranformativos. En H. Giroux, Los profesores como intelectuales. Hacia una teoría crítica del aprendizaje. (págs. 2-9). Buenos Aires: Paidós.

OPP. (2018). Oficina de planeamiento y presupuesto. Recuperado el 30 de agosto de 2025, de Observatorio territorio Uruguay: http://otu.opp.gub.uy/filtros/buscar_indicadores

Redacción. (8 de agosto de 2023). ¿Cuales son las ciudades uruguayas más desiguales? El observador

Tarde, S. (2017). El aula como espacio de reconocimiento. Convocación , 6-13.

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[1] …los profesores deben ejercer activamente la responsabilidad de plantear cuestiones serias acerca de lo que ellos mismos enseñan, sobre la forma en que deben enseñarlo y sobre los objetivos generales que persiguen. Esto significa que los profesores tienen que desempeñar un papel responsable en la configuración de los objetivos y las condiciones de la enseñanza escolar. Semejante tarea resulta imposible dentro de una división del trabajo en la que los profesores tienen escasa influencia sobre las condiciones ideológicas y económicas de su trabajo. Este punto tiene una dimensión normativa y política que parece especialmente relevante para los profesores. Si creemos que el papel de la enseñanza no puede reducirse al simple adiestramiento en las habilidades prácticas sino que, por el contrario, implica la educación de una clase de intelectuales vital para el desarrollo de una sociedad libre,… (Giroux, 1997)

[2] https://parlamento.gub.uy/cpp

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