PROYECTOS: Aptitudes y actitudes / Por Elisa Izaguirre

Hoy es mucho más fácil comenzar un proyecto personal que hace 20 o 30 años. Tenemos la tecnología de nuestro lado y el acceso a ella es bastante «democrático»; sólo hacen falta ganas y un método para organizar el proceso que nos lleva desde la idea a la meta. Ese método no puede carecer de constancia y perseverancia, como tampoco de una atenta mirada a lo que ocurre en el área que sea que hayamos elegido para emprender.

Aprender nuevas aptitudes y mejorar nuestras habilidades es fundamental. Introducir nuevos conocimientos (que serán herramientas durante todo el proceso) es una forma de avanzar, pero la actitud con la que abordamos las distintas situaciones que se nos presentan también juega un papel determinante. Es muy habitual frustrarse cuando la realidad dista un poco de la cosa imaginada. Por ello ahí la capacidad de adaptarse a las circunstancias es una condición sine qua non.

Una de las cosas más importantes para empezar, es saber si tenemos el perfil emprendedor o nos sentimos más cómodos en una gestión de ejecución dirigidos por otra u otras personas. No todo el mundo se siente cómodo tomando riesgos, hay quienes funcionan mejor cuando alguien más lidera el proceso (y asume ciertos riesgos), y ese rol es tan importante como el de quien está a la cabeza de un proyecto.

Pero tampoco tenemos que saber todo sobre todo, y ahí viene la importancia de trabajar en equipo. Para desarrollar un proyecto por más personal que sea, en algún momento vamos a requerir de la opinión o el asesoramiento de otras personas que tienen más experiencia o el know how necesario para que lo que intentamos hacer no se estanque, ni detenga el impulso del proceso. Áreas como asuntos legales y contables, el diseño gráfico o web, e incluso muchas veces la selección de personal pueden resolverse mucho mejor si optamos por contar con la ayuda de un profesional.

Es sano preguntar, pedir opiniones, ¡pero cuidado! asegurémonos que vamos a hacer esta validación necesaria con las personas correctas. Si nos equivocamos en la elección del destinatario de nuestras inquietudes estaremos retrasando el proceso de una forma u otra. Ya sea porque obtendremos información que no necesariamente será útil para nuestra gestión o nos confundiremos al momento de tomar decisiones clave. A veces es mejor ser selectivo en cuanto a con quien o quienes compartimos nuestros proyectos.

Todo es posible, incluso cuando fracasas puedes volver a intentar corrigiendo el rumbo, lo importante es mantenerse enfocado. Cualquier cosa que hagamos, aquello con lo que nos comprometemos y soñamos puede hacerse realidad. Si lo que haces te apasiona, el 50% de tu éxito está asegurado.

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