LAS CONFUSIONES PREFABRICADAS DE UN PREMIO NOBEL / Por Jorge Majfud (*)

Mario Vargas Llosa ironizó sobre el gobierno de Mujica diciendo que “En Uruguay, este gobierno, de extrema izquierda en un principio, es ejemplarmente democrático y ha llevado a cabo reformas liberales extraordinarias como el casamiento homosexual y la liberalización de la marihuana. ¡Bienvenido sea un socialismo como el de Mujica! Eso no tiene de socialismo más que el nombre”. Estamos de acuerdo en que Uruguay es “ejemplarmente democrático”. Lo dice cualquier índice internacional que se ocupa del tema y se puede ver desde lejos. Ahora, la puntada no va sin hilo, obviamente. Es como si el águila elogiase a un gallo por su capacidad de vuelo, no por las propias características de su especie.

¿Desde cuándo el matrimonio igualitario y la marihuana son principios anti socialistas o pro capitalistas? El narcotráfico puede ser parte de una lógica capitalista extrema (de ahí que los carteles odien tanto a los estados organizados), sin duda, y de algún caudillo corrupto de la izquierda también, pero cualquier cosa llamada “igualitario” es por principio un enemigo del capitalismo per se y una vieja bandera socialista. Recordemos que la integración racial y el matrimonio interracial eran identificados con el comunismo en los años 50 y 60 en Estados Unidos (“Race Mixing Is Communism”).

El racismo no es capitalista, pero es obviamente anti socialista. Igualmente todas las demás luchas por las igualdades sociales e individuales. Por otra parte, no es casualidad que en Estados Unidos, los liberales sean aquellos que defienden ideas de izquierda, incluso políticos declaradamente socialistas como el creador del juramento que repiten los escolares en EEUU, Francis Julius Bellamy, o políticas socialistas como las de F. D. Roosevelt, o socialistas actuales como el senador por Vermont, Bernie Sanders.

Vargas Llosa practica en esas pocas palabras otra confusión clásica, y es la misma que estratégicamente asocia liberalismo económico (capitalismo) con democracia. Un capitalismo conviviendo con una democracia tiene las mismas posibilidades que un socialismo conviviendo con la misma o con otro tipo de democracia. Sobran los ejemplos históricos que enlistan dictaduras socialistas como democracias socialistas, al igual que el capitalismo con diversas formas de dictaduras, y fácilmente podemos enlistar ejemplos desde las pasadas dictaduras latinoamericanas hasta la actual China, un país comunista y capitalista como el que más.

Tampoco nos olvidemos el carácter feudal y en casos fascista de las grandes corporaciones internacionales, con sede en países desarrollados como los de Europa y Estados Unidos: los lobbies y las corporaciones no están para defender ninguna democracia sino para usarlas hasta donde las leyes y los pueblos se los permitan. Y con frecuencia mucho más allá, también.

Claro, el comunismo y los liberales clásicos nunca se llevaron bien, pero históricamente han sido las izquierdas las que han impulsado un liberalismo social (por algo liberal se opone a conservador) mientras las derechas impulsaban un liberalismo económico. Ahí radica la diferencia, estimado Mario. Me extraña semejante barbarismo dialectico de un Premio Nobel de Literatura.

(*) majfud@gmail.com (octubre, 2014)

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