Catástrofe de Puerto Rico / Por Jorge Majfud

La situación de Puerto Rico es mucho más grave de lo que la gente aquí en EEUU piensa, por el simple hecho de que no es primera plana de los grandes medios. La gente se está muriendo o se está enfermando por casusas prevenibles, al no tener ni alimentos ni agua limpia para tomar. No por falta de dinero, sino por falta de acceso a lo más básico. La ayuda de donaciones no puede llegar ni ser distribuida. Casi no hay comunicación porque no hay electricidad.

Mientras tanto, los políticos y multimillonarios hombres de negocios, con el ejército más poderoso y rico del planeta (altamente inefectivo, en proporción) se toman las cosas con calma. ¿Tal vez porque los boricuas no votan para presidente? ¿Es necesario presionar a los políticos para que se acuerden de su protectorado o están demasiado ocupados con Corea y alguna otra isla? Después de Irma y de María, después de varias semanas de una agonía solucionable o, al menos, mitigable, los tres millones de boricuas siguen como en la isla de Alcatraz.
La situación, aparte de trágica, es indignante (indignante desde un punto de vista moral, es decir, algo despojado de toda dignidad, como nación y como individuos.) Por su parte, los boricuas no deberían ser tan condescendientes a la hora de ver esta realidad moral.

Mi primer terremoto fue en 2001, en Costa Rica. No fue tanto, pero fue un fuerte temblor. Yo estaba en un estudio de arquitectos trabajando y aunque el edificio bailaba nadie se inmutó. Ese edificio en particular (casi todo el resto dejaba que desear) estaba fundado sobre rodillos de acero y los pilares estaban arriostrados. Claro que es imposible evitar catástrofes como la de México o la de Haití, pero la mayor parte de las muertes son evitables. Esta es una verdad que nadie en el gobierno de México querrá escuchar en los próximos días. No es casualidad que los pobres se joden siempre. Los pobres y los avaros, porque California no está un 100% preparada, según tengo entendido y sospechado.

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